sábado, 19 de febrero de 2011

Los locos bajitos

Lic. Gustavo Pérez
(gujoperez@gmail.com)

Transcurría otro Domingo como cualquier otro donde el caminar te permite escaparle al tedio.

Caminar por caminar nomás, donde te lleve el viento... y resultó que me llevó tan lejos que el sentarme en una plaza fue la parada obligada para retomar fuerzas.

Ver lo que ocurría a mi alrededor siempre fue una experiencia gratificante y a veces educativa, llama a la reflexión.

En una casa vecina, nada más adecuado, se escucha cantar a Fito ¨...me gusta estar al lado del camino / fumando el humo mientras todo pasa...”

Y fue así que comencé a mirar a mi alrededor. Algunos charlando, otros paseando sus perros, una pareja por allá y más acá los chicos jugando en el arenero.

Allí me detuve al ver a una madre cuidando de su bebé.

Verla fue precisar la importancia de sus cuidados. De cómo ese vínculo será fundamental para el desarrollo futuro de su hijo.

En esa relación profunda entre madre e hijo se establece una comunicación sin palabras donde la percepción materna las pone donde aún no son pronunciadas por el niño.

Es así que escuchamos que el bebé siente hambre, frío, necesita un cambio de pañales, tiene sueño... Madre que presiente y decodifica en una profunda interrelación afectiva.

Pero también es importantísima la actitud materna, su vivencia de la maternidad, el lugar que ocupa su hijo en su vida. De cómo resignifica su propia niñez y el vínculo que estableció con su propia madre para ejercer el rol que le ocupa como nueva madre.

También ese contacto íntimo y único que se produce en el amamantamiento donde la alineación de las miradas abre esos caminos de comunicación y de intercambio afectivo.

El lugar que ocupa el contacto entre ambas pieles a través de las caricias, el baño posiblemente forjador de expresiones físicas similares cuando el bebé ya sea un adulto.

No menos importante es el lugar que ocupan las expresiones de la mamá: los cantos, las palabras que utiliza, los tonos que aplica introducen al niño en la expresión verbal. Como si fuese gradual y progresivamente abriendo el camino a su hijo en el universo del lenguaje oral.

En definitiva, el ejercicio de la maternidad propone a su hijo estímulos diversos que se traducen en sensaciones placenteras que resultarán fundamentales para su desarrollo ulterior en términos de seguridad, expresión verbal, física y afectiva.

Dejé mis pensamientos al ver que mamá y bebé partían de la plaza, supe que también era ya un buen momento para seguir mi camino.

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