Contacto

Para contactarse por favor dirigirse a gujoperez@gmail.com / licgustavoperez.blogspot.com

martes, 6 de mayo de 2014

¿Existe el trastorno de aprendizaje? Distintos paradigmas

El trastorno de aprendizaje
no existe


Lic. Stella Maris Rodríguez
 

Al leer el título de las jornadas inmediatamente evocó en las frases del maestro Jacques Lacan "La mujer no existe", "No hay relación sexual", como así también, el título del libro de una seguidora de su pensamiento quien hace un aporte muy interesante educación, Anny Cordié: Los retrasados existen. En este sentido me atreví a decir que "No existen los trastornos de aprendizajes", lo que sí nos encontramos en aquellos trabajadores de la tiza es que se encuentran con diferentes problemas, difíciles, con el aprender que corresponden a diversas causas, ya sean sociales, psicológicas, políticas, pero que de ninguna manera pueden quedar reducidas a sigla, a un conjunto numérico que arroja al sujeto a la anomia.

Dirá un analista que trabaja en escuelas no es lo mismo hablar de trastorno que de problemas o dificultades. El trastorno está asociado a un déficit, tipificación del su­jeto, que queda reducido a "eso", borran­do de un plumazo su malestar subjetivo, y lo clasifica con un código mediante el pathos del sujeto: ¿cómo mutar el Trastorno a una situación subjetiva, para borrar que el sujeto sea el trastorno? y ¿cómo transmitir esto a los sujetos docentes que están en permanente interacción con niños y adolescentes?

De mi experiencia en la escuela especial de retardo Mental y TES (Trastorno Emocional Severo) —como verán es un significante que insiste y está instalado en nuestra cultura—, en el recorrido de las diferentes escuelas comunes y privadas de los distintos niveles, cada día me encuentro con una demanda mayor de proyectos de integran por dificultades en el aprendizaje y/o temáticas de conducta. La escuela a la que pertenezco es pionera en Integración, hace más de 25 años que intenta brindar a los alumnos oportunidades para poder transitar su escolaridad de la mejor manera posible, a través de la implementación de trayectorias escolares integrales que garan­ticen el Derecho a la Educación. En los últimos años ha habido una reforma importante, con respecto a la mirada de la Educación y específicamente a la Discapacidad. Existe un pasaje de un paradigma que centraba las dificultades de los alumnos solamente en lo individual, según el Modelo Médico (donde la discapacidad es un problema de la persona producto de la enfermedad), al modelo social, donde se nene en cuenta el contexto, evaluando las necesidades y potencialidades del sujeto. Modelo Social que está sostenido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por principios de Derechos Humanos. La Discapacidad no es un atributo de la per­sona sino un conjunto de condiciones en permanente interrelación entre el sujeto y su medio. Sin embargo, todavía puede observarse la vigencia del antiguo paradigma en los dichos de los docentes: "Este chico es muy bajito... qué le vas a enseñar", "¿Qué van hacer con fulanito? No es para acá", "La mamá es egresada de la quinientos, no podes esperar mucho de...", "Este chico no es para acá, tiene que estar en el lugar para él, algún instituto", "No te esfuerces de­masiado, total va a terminar siendo cajero en un supermercado", "Son pobres, no tienen nada... pobrecitos", "¡Chicas! ésta es una escuela especial, acá los chicos no son inteligentes, nacieron así", "¿Estos chicos TES van después a algún centro, porque acá para qué tenerlos, de qué le sirve?", "¿Qué hacemos con esta nena el año que viene? Ella es muy dependiente y necesita una atención personalizada, que acá no se la estamos brindando".
Éstas son algunas representaciones de los docentes de hoy, que dan cuenta del racismo biológico, tal como lo nombra Pierre Bourdieu, aquel discurso que plantea que los mejores son los que triunfan y los inferiores fracasan, ¡cualquier similitud con Darwin es pura coincidencia! Lamentablemente existe una tendencia muy fuerte a nombrar a nuestros niños y adolescentes con siglas que toman el lugar del nombre propio. El concepto de "trastorno" es solidario de estos dichos, donde el sujeto humano es arrojado al lugar del "tras­tornado". Me parece crucial para entender los problemas de apren­dizajes, la lectura que se hace de ellos, el cristal con que se los mira, con su consecuente accionar que será determinante para el futuro escolar de ese alumno. El trastorno de aprendizaje existe para aquel docente que no puede ir más allá de ese rótulo, que en tanto tal, mata la posibilidad de hacer una apuesta subjetiva que permita res­catar al sujeto de la posición de objeto. Las clasificaciones muchas veces calman la angustia de los adultos, produciendo sólo un efecto placebo. El sujeto y su causa están por otro lado. Es por esto que me interesa que podamos trabajar hoy la cuestión del posicionamiento docente, crucial para encarar nuestras prácticas educativas desde una mirada humanizante. Para lo cual, voy a valerme de un corto de Eduardo Verástegui titulado: El circo de las mariposas.
[Proyección del corto]

Me gusta pensar el enseñar como la posibilidad de "donar" algo, nuestra falta, un vacío. El corto ejemplifica brillantemente cuando al­guien puede "donar su falta". Méndez es quien, a partir de su apuesta en Well, de suponerlo sujeto, desarrolla una destreza en esa zona de desarrollo próximo que podemos apreciar en la escena del río.
La escuela es una institución político-social, donde los niños se apropian de la cultura. La escuela tiene una función educativa pe­ro también una función social y política que no podemos olvi­dar. Es importante recuperar la función educativa de la escuela. La construcción de los conocimientos tiene que poder efectuarse en un vínculo con el docente, con otro capaz de motorizar las ga­nas por el aprender (transferencia). Es en esa construcción donde además de conocimientos se produce la transmisión de afectos, ideologías, paradigmas, volver a investir libidinalmente nuestra ta­rea como docentes, da la chance de propiciar cambios en nuestra práctica diaria. Cabe recordar, que la "tarea" organiza y permite la sublimación de las pulsiones agresivas. Cuando no hay tarea ni líder aparece "lo peor" del ser humano, tal como lo expresó Sigmund Freud. Me parece que es importante recordar que la escuela surge como un mecanismo de control social, para colonizar y evan­gelizar, esto está en sus orígenes y la atraviesa, produciendo efectos en la cotidianidad de nuestras prácticas educativas. Tal como la lla­ma Julia Várela y Uría: "la maquinaria escolar", que a partir de una serie de dispositivos producirán educandos. Cabe una reflexión crítica sobre estas cuestiones cruciales a la hora de pensar en qué escuela estamos trabajando y qué concepción pedagógica tenemos.
Podemos realizar un paralelo entre los dos circos que observamos en el corto y la escuela. En un circo se hace de la desventaja un "objeto de mostración", en el otro circo se hace de la falta una destreza. Como educadores podemos servirnos del ejemplo para poder, siempre, apostar al sujeto y ayudarlo a construir un anda­miaje provisorio para la elaboración de sus faltas. No es lo mismo mirar a nuestros alumnos como "objetos de cuidado", que co­mo "sujetos de derecho". Todos estamos atravesados por la falta, dependerá de cada cual lo que hará con la asunción o no de la misma. El sujeto humano se constituye en función de otro que le dona una demanda, significaciones, lo peor que le puede pasar al sujeto humano es que no le falte nada.
En los espacios escolares se construye subjetividad. La figura del docente es crucial, no es lo mismo un docente que se presenta como Otro barrado, capaz de donar su falta, generándoles a sus alumnos "deseos de aprender", que aquel que se presenta como Otro Absoluto. No produce el mismo efecto quien responde a la demanda del Otro unívocamente que equívocamente. La equivocidad del significante, el campo metafórico, metonímico, simbó­lico, inaugura otros mundos posibles.
El deseo es el deseo del Otro, entonces para poder generar deseo de aprender es necesario que para el docente le resulte interesante enseñar. Si esto es así, seguramente que se producirán aprendizajes significativos, donde los alumnos podrán apropiarse del curricu­lum, previa inscripción del alumno en la escuela.
Y a propósito de inscripciones, quisiera comentar una situación escolar con un niño en la escuela especial. Un niño de 9 años de edad necesitaba con frecuencia armar toda una secuencia de entradas y salidas del aula antes de permanecer en la misma; tam­bién ocurría esto los días lunes, que no quería entrar a la escue­la. En esas situaciones, el equipo técnico interviene de diferentes maneras: invitarlo a hablar sobre lo que le pasa, acompañándolo en silencio porque no quería hablar, realizando alguna actividad lúdico-pedagógica, acompañándolo a desayunar, etc. Estas inter­venciones operaban casi mágicamente en el restablecimiento de la escena escolar, la magia del significante podía ofrecerle al ni­ño otro lugar que lo convocara como sujeto, rescatándolo de la posición de objeto rechazado. Un día nos damos cuenta que en la puerta de su aula "faltaba su Nombre". Comenzó todo un trabajo sobre el nombre que trajo apare­jada toda una serie de cuestiones que en este momento no voy a desarrollar, pero sí que a partir de poner en palabras toda esta situación, se produce un cambio no solamente en el niño, sino también en la posición subjetiva de la maestra.

El ABC del buen maestro de hoy
     Un sujeto capaz de articular: deseo, sa­ber y pasión. Deseos de enseñar. Pasión por lo que hace (una de las pasiones hu­manas del ser es el Amor). Manejar há­bilmente los contenidos académicos de su materia. Destrezas en el manejo del diseño curricular.
     Un profesional crítico: de su propia práctica, de los documentos curriculares y de su saber específico.
     Un profesional creativo: generar situa­ciones donde pueda inventar/inventarse y contagiar a sus alumnos la chispa y el calorcito del "deseo de aprender". Ser lo suficientemente hábil para intervenir creativamente en la implementación de estrategias significativas y pertinentes, en función de la realidad socio-histórica del alumno.
     Un profesional que mire a su alumno co­mo un sujeto de derecho. El sujeto que aprende es un sujeto de derecho. No puede desconocer el Derecho a la Educa­ción de las personas con discapacidad. El docente debería poder detenerse a pen­sar cómo se instala el sujeto en el centro de la escena escolar, habilitar su palabra para poder escuchar sus necesidades, motivaciones e intereses, que le permi­tan armar una trayectoria escolar integral (entendiéndose por trayectoria escolar a los diferentes modos, formas, estilos de atravesar la experiencia educativa).
     Un profesional conocedor del marco teórico, al que adhiere y por el cual guía su práctica. Resulta crucial que el do­cente pueda contar, con los contenidos académicos en el momento que se le so­licite, con plasticidad, destreza y fluidez.
     Un profesional capaz de revisar su prác­tica a la luz de una reflexión crítica, que le permita reconocer sus errores, conju­gando teoría y práctica al servicio de pro­puestas de enseñanza superadoras. Es im­portante que pueda reflexionar sobre las diferentes formas de acceder a la Cultura y la diversidad de Culturas, ya que supo­ner la propia Cultura como única genera arbitrariedad cultural y por lo tanto, vio­lencia simbólica (Pierre Bordeau).
     Un profesional que tenga una capaci­tación continua y permanente, para el enriquecimiento de su tarea diaria. En los tiempos que corren resulta crucial la capacitación y actualización, debido al crecimiento vertiginoso de la ciencia y la tecnología. El docente no puede quedar al margen de la realidad social y cultural en la que está inmerso. Es el Estado el que debería garantizar con­diciones dignas para una capacitación permanente y de calidad.
     Un profesional que pueda ser capaz de aplicar la didáctica contextualizada, considerando el saber social, polí­tico, cultural, pedagógico, histórico y psicológico.
     Un profesional que pueda participar y respetar los acuerdos institucionales con responsabilidad y compromiso ético (cada cual puede pensar diferente, pero debemos contar con una universalidad de las definiciones, para que todos en­tendamos lo mismo cuando hablamos de aprendizaje, conocimiento, escuela, sujeto pedagógico, etc.).
     Un agente activo, que crea las condicio­nes necesarias para generar aprendizajes significativos. Aprender es apropiarse de algo que tiene que ver con el afuera. Es el maestro el que genera estrategias de apro­piación de los objetos culturales. Somos los docentes los encar­gados de transmitir la Cultura. La escuela es la encargada de dicha transmisión.

A modo de conclusión
Retomando la pregunta inicial acerca de la existencia del trastorno de aprendizaje, les propongo volver a re-pensar qué se entiende por trastorno, para que podamos ponernos a debatir en las escue­las sobre el mismo, en el marco de la Escuela Inclusiva. Manten­gamos viva la pregunta.
Para finalizar, se me ocurre pensar al buen maestro como al alfare­ro, tal como lo describe Eduardo Galeano en Amares:
"A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos, se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia".
"Y el alfarero joven no guarda esa 'vasija perfecta' para contem­plarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla".
Los invito hacer de "los pedacitos" —que hoy se lleven a lo largo del transcurso de estas jornadas—, "su propia arcilla".

bibliografia
Bourdieu, Pierre (1979): La reproducción.
Clear. El oficio de enseñar.
Cordié, Anny (2003): Los retrasados no existen, Nueva Visión.
Dirección Nacional de Cultura y Educación: Marco General de la Política Curricular, Buenos Aires.
Galeano, Eduardo (2008): Amares, Buenos Aires, Alianza Editorial.
Kaplan, Carina (2011): Desigualdad, fracaso, exclusión: ¿cuestiones de genes o de oportunidades?, (Cap. 6), Bue­nos Aires.
Morín, Edgar: Los siete saberes necesarios a la educación delfuturo.
Pérez de Lara, Nuria (2009): La capacidad de ser sujeto, Buenos Aires, Editorial Laertes.
Verástegui, Eduardo (2009): El circo de las mriposas (corto)



Publicado en revista ENCUENTROS, publicación del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires - Distrito XV. Noviembre de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario