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viernes, 13 de mayo de 2011

La realidad esquizofrénica

Lic. Gustavo Pérez

Hace pocos días la realidad nos sorprendió con la fuerza de las verdades más escalofriantes. Esas verdades que hacen que el escalofrío nos haga acalambrar hasta el tuétano. La presencia de lo ominoso, de esas locuras que esperaríamos no ver.
La noticia invadió al mundo: tropas de Estados Unidos de Norteamérica, en operativo comando, habían matado (asesinado / ajusticiado por mano propia / eliminado) a Osama Bin Laden noticia que globalmente giró a lo largo y a lo ancho del mundo.
La esquizofrenia se hizo presente a partir de la noticia anunciada por el Presidente Obama que definió claramente lo ocurrido: “hemos matado a Osama Bin Laden”, doble discurso psicotizante cuando proviene de quien un año atrás fuera honrado con el Premio Nóbel de ¿la paz?...
El hacerse cargo de la ejecución no minimiza en absoluto el atroz hecho: alguien –terrorista o no- fue eliminado por mano propia sin juicio previo, sin defensa ni testigos. Sin considerar alternativas de punibilidad de sus conductas que no fueran la muerte por ejecución.
Agreguemos, en este orden, que las acciones militares se desarrollaron en territorio ajeno al del país ejecutor violando tratados internacionales aplicando sin más la Ley del Talión de espaldas a los años de avance en el área jurídica en respuesta a los atroces atentados que Estados Unidos sufriera el 11 de septiembre.
Atacar en país ajeno resuena a un terrorífico paralelismo al juego del Teg: se combate en países llamados periféricos (subdesarrollados) y jamás en países centrales.
Estas acciones también pueden ser pensadas en términos de la lógica del capitalismo: generar conflictos que sean aplicables a reactivaciones económicas como salida a las crisis que genera –por sus contradicciones- el propio capitalismo. El sistema debe subsistir cueste lo que cueste –en los últimos tiempos caros en vidas humanas- tras el disfraz de ser garantes de la libertad, la justicia y el orden internacional aunque esto implique guerras, intervenciones militares  e invasiones territoriales. La Matrix a veces falla, pero se recompone rápidamente, la irrealidad es la falta de Neos que la desafíen y enfrenten.
Ni que decir del escalofrío que produce el saber acerca de los métodos aplicados y sus consecuencias: obtener información bajo tortura, matar por mano propia y arrojar el cuerpo al mar, paralelismo terrible con lo ocurrido en mi país (Argentina) en los años de dictadura. Sin dudas, muy claro también es saber que los militares argentinos fueron “adiestrados” –ideológica y profesionalmente en aquellos tiempos- por sus pares del norte del continente americano...
El doble discurso esquizofreniza, la lógica de la mentira y la justificación del “padre terrible” (que no se somete a la Ley sino que la dicta) que elimina a quien lo lastima y la impunidad de sus actos plasman la realidad de las épocas que vivimos.
La locura es infinita, resulta imprescindible limitarla para poder operar con ella y no resultar contaminado.

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