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miércoles, 14 de octubre de 2015

Sobre el discurso capitalista

Sobre el discurso capitalista

Amelia Imbriano
<!--:es-->Amelia Imbriano – Sobre el discurso capitalista<!--:--><!--:en-->Amelia Imbriano – The capitalist discourse<!--:-->
El discurso capitalista deja al amo dando vuelta la manivela y le hacen creer «que tiene la manija en la mano». Es un esclavo del sistema.

Hacía poco que la Dra. Imbriano había regresado de un viaje por Centro América. Allí volvió a confrontarse con la enorme brecha de diferencias sociales que se abren en la actualidad como producto del post-capitalismo. Se la vio reflexiva, pero sin que perdiera ese rasgo de alegría y buen humor que la caracteriza. De este modo, Amelia abrió las puertas de su hogar para que pudiera realizarle este reportaje. No puso límites de tiempo, y se explayó con el estilo directo que distingue a esta seductora de audiencias, comprometida con los problemas actuales sobre los padeceres, la juventud y los niños que delinquen.
-¿Cómo nace el libro La Odisea del siglo xxi?

Este libro nace como emergencia y producción de saberes pasados. Comienza a pensarse alrededor del año 95, época en proximidad al fin de siglo que acentúa aún más mi preocupación por la incidencia en la subjetividad de las cuestiones sociales, culturales y económicas. Es el trabajo de una interrogación que nunca tuvo pausa, que surgió en mi juventud, y que sigue siendo joven. Allá por los años 70 tuve dos grandes maestros: uno de ellos fue mi profesor de Sociología, el Doctor Pedro David —hoy Ministro de la Corte Internacional de La Haya dedicado a juzgar los crímenes de lesa humanidad de la ex – Yugolasvia—, y el otro, el Doctor Herrera Figueroa, ya fallecido,  profesor de Psicología social y política. Pedro David, allá por los 70, hablaban sobre geopolítica y globalización, sobre la velocidad tecnológica y sus efectos negativos, sobre la des-subjetivación, sobre la anomia y su relación con la delincuencia juvenil, sobre los procesos de legitimación de lo ilegítimo , preocupándose por los aportes de la Psicología a la Criminología, teniendo en cuenta que el ser humano es un ser de lenguaje, considerando – en esa época- el concepto de intersubjetividad. Herrera Figueroa, también en la misma línea, se ocupó muchísimo por la psicosocio-axiología en un amplio espectro, en el cual se ocupó de cambiar el rumbo de la vida universitaria, en pos de abolir la esclavitud teorética de los claustros académicos. Sus hipótesis siempre articulaban sujeto, cultura y sociedad y desde esa plataforma interrogaban al mundo de su época respecto de las consecuencias de los cambios axiológicos.
En 1970 yo era muy joven y me parecía interesante, pero quizá yo no podía, en aquel entonces, disponer mi ánimo para avanzar en el saber respecto de la temática, que desde el psicoanálisis, no podemos más que pensarla como evidencia de la pulsión de muerte.
Creo que todos —y hasta los psicoanalistas— tenemos bastante rechazo del saber respecto de la pulsión de muerte. Digo «y hasta los psicoanalistas», porque sabemos muy bien que en la historia del psicoanálisis, hubo quienes pudieron seguir con Freud y aceptaron las teorías de 1920 de Más allá del principio del placer, y quienes no. Pero a su vez, creo que es necesario transitar un análisis personal, además de transitar la vida, para pasar por experiencias, interrogarse por el propio lugar en ellas, para que un sujeto se pueda hacer cargo de su relación con la pulsión de muerte, y pueda decidir acotarla, o sea, se asuma como sujeto acotado, y no se acobarde frente a la incomodidad del deseo.

-¿Qué piensa sobre la globalización?

-Hay una versión fashion de la globalización, esa versión práctica que tenemos todos cuando decimos «vamos al shopping»-, y cuando creemos que dentro de muy poquito nos vamos a poder comprar un producto de determinada marca en Roma o en Dominicana y cambiarlo en Buenos Aires. Si la prenda que compré no me gustó, no importa, la puedo cambiar en cualquier local que exista en el mundo, ¡es práctico, absolutamente práctico, tener todos los negocios, todas las marcas, en un mismo lugar! Eso ofrece el shopping. ¡También es absolutamente práctico hacer click en el teclado de una laptop conectada a Internet! Me tiene más que maravillada, me permite tener una biblioteca en mi casa, – la mejor de las bibliotecas -, me permite ver qué hacen mis amigos en sus centros de investigación en diferentes partes del mundo, ¡una maravilla!. Pero también sabemos que tiene sus influencias no tan positivas: con una apariencia de ser un mecanismo «pro» de la diversidad cultural, termina siendo un mecanismo que lleva la igualación obligatoria tratándose de mascarada de esclavitud moderna. No es obra de Internet, sino efecto del discurso.
El tema es que, ya advertida en los años 70 por estos profesores, esta cuestión siempre quedó dando vueltas en mi preocupación. Si miro mi vida como una panorámica retrospectiva, puedo ver que mi trabajo con pacientes psicóticos fue una manera en que podía, en aquellos años, ver y ocuparme de la segregación humana,  del desecho humano. Recuerdo que en mi primera presentación de un libro sobre psicosis escrito como coautora de Roland Broca – El sujeto de la clínica, el sujeto psicótico en el discurso analítico – lo primero que dije fue: «Hay que reivindicar los derechos del sujeto psicótico».

¿En qué radica la odisea del siglo xxi?

-Voy a poner como causa, como raíz, algo que teoriza Marta Gerez Ambertín, con lo que coincido plenamente: la falta de metáfora jurídica.
Si lo decimos más simplemente, la falta de inscripción de la diferencia entre prohibido y permitido. Entonces, lo que falta es una inscripción adecuada del “no matar” (no al parricidio) y del “no al incesto”, leyes que introducen al sujeto en la cultura y que hacen posible el lazo social, con cuestiones aparentemente tan simples pero que protegen las irrupciones de la violencia en el lazo social.

-En su libro La Odisea del siglo xxi habla del discurso capitalista, ¿es posible la globalización sin la pulsión de muerte?

-Tomando como marco una posmodernidad que funciona como purgatorio tánato-político, en donde la lira armonizante de Orfeo funciona como ilusión agonizante, se destaca una relación de intimidad entre el colapso del Estado, la mundialización mercantil y el poder de la mas-media.
El debilitamiento de la función simbólica que los estados de excepción generan, conlleva a un detrimento de la elaboración subjetiva y social de los violentos traumas sufridos por el ejercicio de los mismos. Más aún, empuja a mayor violencia, fundamentalmente bajo el modo de industrialización de lo delictivo, que puede aparecer en forma disimulada u obscena, pero siempre se trata de la industrialización de la muerte: los consumidores se convierten en consumidos, se notifican tarde, cuando el acto está consumado.
El ideal de consumo se establece como un fenómeno de masas, en donde los individuos se identifican, con un ideal de unicidad que conlleva al aumento de la agresión narcisística. En estas identificaciones reconocemos tres características: a.- falta de mediatización simbólica; b.- circularidad e indiferenciación entre actualidad y virtualidad; c.- fusión entre la verdad y el ser. El proceso lleva a la  infatuación del sujeto. Y, en el transcurso, se posibilita el franqueamiento de toda ley y tal como en la construcción freudiana sobre la horda primitiva, una primera resolución es matar. La pulsión de muerte predomina sin mayores obstáculos, quedando al descubierto la pulsión homicida primordial.
La deficiencia de lo simbólico deja al sujeto atrapado en la fascinación de la imagen, y expuesto a una pendulación  imaginaria sin salida, en donde la relación con el semejante queda sujeta a la máxima agresividad: mato o muero son los hechos consumados que nos muestran obscenamente los noticieros actuales. Cada día, día por día, el perverso “discurso” contemporáneo –discurso entre comillas pues no lo considero tal-  nos alimenta de imágenes, y hace lo suyo, su “juegos de manos” para generar una adicción a la saturación. El sujeto se identifica en la máxima satisfacción, produciéndose un  nivel muy alto de alienación y predominio de la identidad de percepción (no hay imposibilidad entre plus de goce y verdad).
Consecuentemente, la falla en el entrecruzamiento simbólico-real, deja al sujeto sin defensas –simbólicas- frente a lo real. El sujeto queda expuesto a la emergencia de lo real sin recursos de mediatización simbólica. Frente a las falencias en la castración simbólica, la tensión imaginaria se resuelve en lo real: matar o morir, y entre medio, todo tipo de sacrificios.
Estudiando las articulaciones de los cuatro lugares en el discurso capitalista, así denominado irónicamente por Lacan, descubrí que lo que yo llamaría «perversión» del discurso reside en que en él, lo que está “pervertido” es lo que se funcionaliza en el lugar de la verdad, en tanto que se puede alterar; es decir, es una verdad hecha a la mano del amo. Me interesó mucho estudiar eso, porque en los textos de Pedro David, él habla de que en la cultura actual, el derecho no tiene el lugar de patrimonio de la normatividad, sino que —él dice— el derecho es el comodín, por eso se refiere a los procesos en donde continuamente se legitima lo ilegítimo, y que eso cada vez toma más velocidad. Esa afirmación de David me dejó pensando y mucho, y cuando comienzo a trabajar el matema lacaniano del discurso capitalista, en donde vemos la rotación en el lado izquierdo de la fórmula, -en donde el sujeto tachado va a parar al agente y el S1 va a parar al lugar de la verdad -,  comienzo a estudiar el estilo de articulación que gestiona.  En el libro La Odisea del siglo XXI hay un gráfico que deja muy a la vista esta cuestión de que ese S1 puede ser alterado permanentemente, sustituido uno por otro; entonces, es una verdad toda y a su vez sustituible por otra, pero siempre funciona como verdad absoluta, verdad toda.
Hay otras cuestiones interesantes en este discurso: si es verdad toda, no deja lugar a ninguna interrogación. Dicho de otra manera, no deja lugar a ninguna falta, entonces no deja lugar al deseo, funciona como imperativo. Como no soy socióloga, no me queda más que pensar que ese imperativo es un imperativo de goce. Además, la fórmula lo muestra bien que los objetos vienen siempre a rellenar el lugar de verdad…

Cuando leía a Lacan en el Seminario XVII, que es también el Lacan de los años 70, me parecía que sus expresiones eran un tanto escandalosas… Lacan decía que el giro discursivo que realiza el discurso capitalista deja al amo dando vuelta la manivela, es decir, deja al amo en el lugar del tonto, que a lo sumo da vuelta la manivela y le hacen creer «que tiene la manija en la mano». Es un esclavo del sistema, pero le hacen creer que tiene la manija en la mano.

-¡Qué fuerte!


-Es muy fuerte. Cuando era joven pensaba que esas cuestiones eran exageraciones lacanianas, demasiado irónicas, y hoy no hago más que comprobar que en esta cuestión de la destitución del Amo, lo que se destituye es la tradición, la transmisión de generación en generación de las insignias, y las insignias no son cualquier cosa… Las insignias están ligadas a los nombres propios, siempre con relación a los nombres del padre, a como cada cultura organiza su articulación para ser posible una vida  en la civitas sin violencia, sin abusos. Hoy nos encontramos con una Sudamérica muy esclava – me autorizo a hablar de ella porque la recorro mucho—, … en donde la cantidad de gente sin trabajo, de gente sin viviendas, de gente sin derecho a la salud ¡son los nombres de la esclavitud! Los homeless, les ponemos una palabrita también globalizada, homeless… ¿quedará más elegante decir homeless al desquite de Tánatos?
A modo de conclusión, la globalización contemporánea funciona como un modo particular de estado de excepción, es un recurso geopolítico, cuya consecuencia es un modo de goce exuberante del cual el sujeto responde a través de  la violencia en lo real. Considerando que el sujeto queda atrapado por la fascinación del horror frente a las imágenes de dominación y violencia que consume y por las cuales es consumido, vale poner en consideración la posibilidad que el sujeto, se patentice como tal, en lo real, ha expensas del empuje a la violencia
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